domingo, 30 de marzo de 2008

Presentación de Poetas en bicicleta

Estimados Amigos y compañeros de la bicicleta y del Verso y la Palabra :
 os remitimos, a continuación, la convocatoria que
nos remite nuestro amigo
Fran Nuño,con la presentación-recital
de POETAS EN BICICLETA. Homenaje a la bicicleta a través
de la poesía. Mediante la antología del mismo nombre
.
Un recorrido poético y emocional de la bicicleta y su identificación
con el ser humano.


Os animamos a que compartamos este espacio abierto a La Poesía y,
por tanto,
a la belleza de la bicicleta. ¡¡Os esperamos !!

El próximo lunes, día 31, en la Sala Cultural ONCE, en calle Resolana, 30, a las 20 h,
tendremos una nueva presentación-recital de POETAS EN
BICICLETA.

Un saludo afectuoso de paz, poesía y libertad.
Baratillo JOven. CreAcciÓN Poética.


Hola a todos y todas:

El próximo lunes, día 31, en la Sala Cultural ONCE, en calle Resolana, 30,
a las 20 h, tendremos una nueva presentación-recital de POETAS EN
BICICLETA.

Estáis todos invitados al acto y también os animo a que si tenéis alguna
anécdota que contar de vuestra bici la compartáis con nosotros.

En el acto participarán, en primer lugar, Francisco Vélez Nieto, antólogo,
coordinador y prologuista de la obra; Pedro Luis Ibáñez Lérida, poeta y
propietario de la bicicleta que inspiró la confección de la antología; y
Fran Nuño, un servidor, responsable de la edición.

Y después,unbuen número de poetas incluidos en Poetas en bicicleta, que
estarán acompañados por dos músicos (guitarra y violín), recitarán su
poema dedicado a la bici.

Creo que puede quedar muy bonito, así que...


¡Os esperamos, ciclistas!

Y por favor, corred la voz.

Saludos.

Fran Nuño



sábado, 29 de marzo de 2008

Mientras los trenes detenidos

Mientras los trenes detenidos
-sólo lo sabemos tú y yo-
ante las señales de rojo macizo,
no renuncian a la estación,
me acostumbro a no saber de ti.
Y si bien parece, que el retraso
de aquellos son hechos ciertos,
no lo es menos -yo diría que más-
que su causa la tienes contigo
y su consecuencia conmigo.
En la lejanía, los carriles destemplados
-a pesar del sol del mediodía-
son perfiles rotundos y extraviados
que se alejan en derredor de aires, y
que prologan la cercanía de cuánto eres:
un espacio habitado de vida.

viernes, 28 de marzo de 2008

Y ahora vienes

Y ahora vienes.
Aposentas tus manos
en el cuaderno

que encierra el tacto,
y yo me deleito
ensimismado y pleno.

martes, 25 de marzo de 2008

Sí. Eres así

Sí. Eres así;
ausente y dichosa,
inadvertida y presente.
Sonrío en ese aire
que tuyo me extiendes,
ofreciéndote como el verso
que escribo, siguiendo
la luz postrera,
aquella que serena
lo que tanto nos duele.

Sí. Eres así;
inconclusa, vasta,
paciente, contemplativa.
Asomo a la ventana
la mirada confiada,
sobre los tendederos
colores que se agitan,
y se mezclan con los tuyos
que traes sobre las mejillas.

lunes, 24 de marzo de 2008

El amor en los tiempos del escepticismo.

El amor es la luz,
meridiano espejo,
que refleja
en su superficie
quiénes somos.


Quizá, si nos fijásemos en el transcurso de los días, no como devenir anodino ni como superación constante. Tal vez, estaríamos en disposición de hacerlo llegar con más facilidad de lo que cotidianamente se interpone entre él y nosotros.

El amor se ata en los zapatos con los cordones que se adentran en los ojetes de ambos lados: tú y yo. Se anuda al cuello en el pañuelo que, con suavidad y templanza, rodea la garganta, la abraza y arrastra. Anda sobre el alféizar de la ventana, sobre la que, tras contemplar el día, hacemos del pensamiento una misiva que traspasa la dimensión del tiempo y acude a ti, a través de él.

El amor es como todos sabemos: un cosmos en sí mismo. La extensión de cada quién en cada cuál. Viene a por todas sin esperar nada a cambio. Tan sólo anhelar, incrementar lo que su naturaleza puede contener: el impulso de lo inacabado, de lo imprevisto, de lo excepcional, como tú.

domingo, 23 de marzo de 2008

Ausencia del hecho absoluto

Ausencia del hecho absoluto,
de la redondez extrema,
de plenitud instantánea,
cuyo indicio y señal
no se hallan a la mano.
Hablo de la felicidad,
que se escabulle como el agua
entre los mojados dedos.


sábado, 22 de marzo de 2008

La otra noche.

Somos extraños. Hay una leve exactitud, que marca con definida intención la estrecha linde de lo convencional y extraordinario. Se trata de una franja que transcurre en la realidad de los seres humanos. Está a nuestro alcance, al de todos, pero su benevolencia está reñida con nuestra actitud por demostrar su incidencia en quienes somos. La precisión, sólo depende de asir el carácter unívoco, la significación expresa, la forma desnuda que vitalmente pulsa nuestro entendimiento, y dotarla de cuánto ansiamos. De ahí la rareza que, si bien ocultamos como síntoma de cordura, equilibrio y sensatez, no es menos cierto que nos acompaña fielmente, a pesar de nosotros mismos. Los deseos son pálpitos que navegan sin dirección determinada. Tan pronto irrumpen con el desenfreno más exacerbado, como se extravían, o no realizan la travesía a sabiendas que no los recibiremos. Aquellos por que suceden con el apasionado y voraz apetito que no permite ni un solo momento de paz. Los desorientados, por que merodean sin osar decir esta boca es mía, no quieren implicarse en la espiral laberíntica de las que desconocen término o fin. Y, por último, los que permanecen con la esperanza baldía de desarrollarse en quienes nacen, por mor de que arraiguen, y nos cuestionen cuánto y quienes somos. Valedores de su propia genealogía desiderativa, aunque cercenado su destino por la decisión inequívoca de no enturbiar los sentimientos y provocar dolor propio y ajeno...

La otra noche vino abierta al bies. Los ojos azules de mi padre rodaban sobre la mesa. Mientras un café solo, tres tazas de chocolate y una copa de anís, se prestaban para saborearse.

En las calles había un eco sordo, de memoria inextricable. Una confusa predominancia de vestigios adosados al recuerdo, se vislumbraba más allá del bar con luz de burbuja. Las palabras se gastaban en el aire como las llamas de un incendio que se yerguen hacia el cielo. Andamos de lo divino a lo humano, rescatando la huella que nos dejaron los que abrieron nuestras estancias. Las habitaciones en las que el ropero guarda las sábanas de la cama o el pijama de invierno. Hasta que el noctámbulo bostezo anunció nuestra partida.

La frialdad de la noche se repartía entre capirotes que avanzaban sobre el gentío y mi negra gorra. No sé como fuimos capaces de pasar entre aquella abigarrada muchedumbre, que se extendía a ambas orillas del cortejo procesional. Las pequeñas luminarias de los cirios que portaban los nazarenos, ungían la oscuridad. La madrugada aparecía brumosa y ascendida alrededor de la luna llena. Caía sin deseo en aquel aluvión de matices. Era un batiburrillo desacompasado en mi pupila.

Recorrimos diversas calles hasta desembocar en aquellos desencajados y
sobrevenidos haces de luces. El paso de virgen gravitaba, con lenta parsimonia y cachaza, insuflada por sus admiradores que se arremolinaban alrededor en loores de santidad. Fue cuando me apercibí que no escuchaba nada. La sonrisa de mi padre le recreaba los pómulos salientes, las mejillas sonrosadas y la comisura de los labios dividida en pequeñísimos pliegues.

Entonces, tu mano se delato en mi brazo para confortarme. Y descubrí tus ojos. La figura reverenciada, envuelta en oropeles, encajes y brillantes era una maciza cariátide sin vida. Y tú estabas allí. Evidenciando que los milagros existen y palpitan. Una punzada de alegría pura recorrió mi vacío. Y quise escribir y amar más que nunca...


miércoles, 19 de marzo de 2008

¿ Qué arde en mis entrañas...?

¿ Qué arde en mis entrañas
e incendia mi alegría,
extinguiéndola como una cerilla,
apenas me asola esta angustia ?
Ando como en una pérdida
de constante e intensa lentitud,
alejado del ruido y el eco,
ave migratoria de paso.

domingo, 16 de marzo de 2008

Lo demás es silencio, padre

Lo demás es silencio, padre,

que acude en tu ausencia para despojarme,

de cuanta luz azul pregonó tus caricias

en la infancia que no deja de sanar en mí.

Fueron los días de parque marchito

con soles entre hojas, como lucerna tímida

que agota su llama en el aceite paciente.

Allí corrí, sobre tu boca siendo niño

para callar en la congoja de este pecho,

de hombre anegado por el vacío.


Lo demás es silencio, padre,

hay un tiempo de rotos presagios para siempre,

que duermen en este desamparo,

en la dolencia más íntima y secreta

que anda conmigo a todas partes,

sin hablarme, sin desearme,

sombra del tiempo extinguido

en el naufragio de tu adiós.

Estoy solo en este lugar, del que me asombro,

como un extraño en la ciudad desconocida,

perdido, violentado por este abandono

que no halla alivio ni descanso.


Lo demás es silencio, padre,

y, mientras estos días, no recojo las palabras,

apremiadas en el devenir diario que se aleja,

el azahar dichoso de tu voz declama

cuánto amor hemos de perder para amar,

sin que el reguero de sangre confunda la ternura

con un gesto de liquidez inmediata.

Ahora que el universo es un latido sin fuerza,

quiero ataviar tu cuerpo yerto con mis labios,

que prendan la lividez de tu rostro

y hablen del amor, de ese amor que te tuve.

viernes, 14 de marzo de 2008

Tocón de vivo dulzor hiriente

Tocón de vivo dulzor hiriente
que, aún cercenado tu cuerpo,
elevas el altivo espíritu
en cada pequeña rama
que nace de tu muerte.

jueves, 13 de marzo de 2008

Como un destral que poda

Como un destral que poda
las ramas del álamo blanco,
se suceden tus silencios.
Y así y todo, permanezco
como aquél, impasible
a pesar de perder amor
en cada tajo herido.

miércoles, 12 de marzo de 2008

La línea del cielo cruza el infinito

La línea del cielo, cruza el infinito
y se pierde en uno mismo,
por que, al fin y al cabo,
la vista del celeste espacio
nos induce a chapotear en él.

martes, 11 de marzo de 2008

Nubarrones se elevan en silencio

Nubarrones se elevan en silencio,
como un mar de vacío sereno,
más allá de la cúspide celestial
ando perdido y extraviado entre sueños.

lunes, 10 de marzo de 2008

Pariré mis versos

... y vendrán los días en que será insoportable no saber de ti. Y cuando así suceda, tendré presente que tus palabras, en aquel video, saltaban al abordaje de la esperanza.Pertrechada de ese sutil encanto que posees discretamente: la hermosa redondez de tu barbilla que se eleva con un ademán de naturalidad irisada; las delgadas guedejas que acarician, desde los pómulos, pasando su sombra por la comisura de los labios que se entreabren y arrugan en cada sílaba, dejando el rastro de su generoso atuendo, hasta las puntas que decaen en cada verso; la nariz contorneada y perfilada, con un grácil respingo, y sus aletas que respiran semiabiertas en cada inspiración; el doble reflejo de las gafas que incrementa una extraña melancolía en las pupilas, que se hace gozo en cada golpe de vista; los ojos ensimismados en la lectura, cabalgando entre líneas, en la dulce contorsión de tu cuello que se acompaña del ovalado rostro, bello, sereno, hermoso,como esta noche de luna menguante que se abre al poema que pares, y a este delirio que siento asintiendo a cada gesto y palabra que proclamas.

Y tu voz... tu voz que aclimata la desnudez del alma y la acuna hasta dormirla en tu regazo.

... Y no sabemos lo que nos deparará el futuro, pero puedo acertar, si los deseos son patrimonio de quién los detenta como emoción, que otra vida anda ausente de ésta.

Gracias AmigaPoetisaAmiga, por este presente que colma y embriaga mis sentidos, recogiendo la dulzura que emana de tu ser. Me siento muy dichoso de que me incluyas en tu filmografía. Ya formas parte inexcusable de mi acerbo espiritual.

Te dejo este haiku, un ofrecimiento sencillo, como sencilla eres TÚ

La mujer sonrío,
mientras su boca ardía
la mía quemaba.

¡¡ Sé feliz...!! Pedro.

Pariré mis versos. Poetisa Saray Pavón Márquez.http://es.youtube.com/watch?v=ygWfhfj5VlY

sábado, 8 de marzo de 2008

Sorprendo al día, en la claridad

Sorprendo al día, en la claridad
de la fría madrugada debilitada.

En ese naciente y joven despertar,
perpetuo de vida y muerte,
quiero dejar mi angosta sepultura.
No hay dolor, queja o melancolía,
si la decisión del último hálito
está tomada en la larga anochecida.
El olvido borrara mis besos
de cuánto quise y no fue mío
pero, quizás, el pálido reflejo
de las pupilas entornadas
sea tanta ventura placentera
como el brillo en la abierta mirada.
Aparto de este momento, todos los gestos,
y me quedo desnudo y vacío
como los versos que escribo.


viernes, 7 de marzo de 2008

Herido fulgor que nace en el cielo

Herido fulgor que nace en el cielo
como un cometa extinguido
en su fuego incendiario y bello.
Destino con resonancias de lo eterno,
de parajes recónditos insondables
concomitando con el dulce sueño.
Tierras ingrávidas y cósmicas
de órbitas centrífugas y menudas
viajan en la corriente profunda.
Sino que languidece en hoja marchita
de piel extendida y reseca,

abandonada a suerte maltrecha.
Paisaje de tenues luminarias
de rescoldo húmedo y frío,
no logra encender en mis ojos,
lo que mi alma ha perdido

jueves, 6 de marzo de 2008

La disposición de los notiempos

Idea original y vivencia de la Poetisa Saray Pavón Márquez.

Pedro Luís Ibáñez Lérida. Marzo de 2.008.

Era el dolor de la queja como un murmullo de palomas. Y entre aquellas, el zureo de un palomo impelido por el instinto. Esa intranquilidad que no presagia nada concreto, pero acaba socavando la animosidad y el entendimiento. Ya habían pasado los días tristes y, como si tal cosa, te ofrecías al sol del mediodía, ausente de ti misma. Pasos lentos y pausados reafirmaban tu eluctante actitud. Pergeñada de lo inevitable: Tú misma.

Cuántas veces habré creído con entusiasmo que el amor no poseía diferencias insalvables. Me refiero a ese estado de embriaguez pasional, que te somete al desvarío más hermoso, el de la propia libertad de sentir lo que uno quiera, simplemente por que sí. Sin convencionalismos sociales que nos infieran el estigma de la culpa por incardinar en la emoción, amar sin miramientos, descréditos o compasión.

El amor que resbala su ponzoñoso efecto para salirse con la suya: la espiral de su eje descarrila en cualquier momento y desgracia lo que fue el viaje definitivo o, al menos, presentido de esa manera. Pero hasta ese momento, y aunque haya estados como los que evoca el monumento de la Glorieta de Bécquer en el Parque de María Luisa, con el expresivo semblante de las tres mujeres, y su actitud identificada en cada uno de ellos, existe uno que se apropia no sólo de uno mismo. También, y sobre todo, del espeso lugar donde yacen nuestras pisadas y, con ellas, nuestra vida. El tiempo es una tijera de dependiente de mercería y telas, que avanza sobre aquella como una exhalación, cortando con precisión sobre nuestra propia piel la circunstancia adusta y severa que aquieta el propio sesgo y lo divide en lo que fue y lo que es de nosotros.

No es de extrañar que el tiempo se haya asociado con los planetas: Sol, Luna, Marte, Mercurio, Júpiter, Venus y Saturno, al marcar los días de la semana. La trascendencia del imperio cronológico se advierte cuando sin apercibirnos de la frase solemos indicar “ he perdido el tiempo ”. Pero estas son otras razones que se suceden de manera trivial y declaman la fugacidad de los actos, y su equivalencia en utilidades desdeñables.

Cuando el tránsito del espacio se inhibe, el equilibrio entre voz y silencio acude sin previos, el lugar se confunde en los ojos sin apercibirse de los alrededores, la nota la pone el silencio a derredor, los gestos nos reconfortan por su entendimiento, las palabras se vuelcan con avidez o enmudecen sin más, se ansía continuar sin entender por qué, no existe artificio, oropel o abalorios como intercambio o trueque, no hay conjunciones adversativas y sí copulativas, los verbos son en presente de indicativo, podemos hablar del dolor sin apesadumbrarnos, la inexactitud es un valor prodigioso que no delata, sino que aclara la negación de lo que no sea mirar instintivamente el destello que nace en ese proceso desnudo, descarnado, electrizante…

Entonces, sólo entonces, ocurren los notiempos:

A veces nos da por mostrarnos más. Dejamos la ropa en la silla, las palabras en los cajones y la vulnerabilidad en cada pelo que se eriza. Dejamos que se aprendan nuestros lunares, las expresiones de nuestra cara cuando nos hacen cosquillas o nos desagrada el trago de leche agria que acabamos de tomar. Aquí estoy ¿me ves?. Hay no-tiempos que siento que sí y sonrío de ojera a ojera, sin embargo, en otros momentos es como si la vergüenza o la desconfianza nos cubriese y, por más que me desnude... aunque muestre más... no puedes leerme entre líneas.

Saray Pavón Márquez

miércoles, 5 de marzo de 2008

Tengo dolorida la hendidura

Tengo dolorida la hendidura
del verso que describe
y manifiesta su duda.
Ahora que ésta,
deshace mi seso,
inquieta mi ánimo
y sumerge mis sentidos.

martes, 4 de marzo de 2008

En ese tiempo

Era el tiempo de los cigoñinos. A la espera, con el buche vacío en el nido, la impaciente llegada de sus progenitores. También lo era de la floración del naranjo amargo, con el azahar esplendoroso y a borbotones entre las verdes hojas. En ese tiempo, murió mi padre.


lunes, 3 de marzo de 2008

Difusa lontananza de la ciudad

Difusa lontananza de la ciudad
dormida en el goteo del cielo,
sobre las solitarias azoteas
vagabundea un suspiro sin dueño.
Quietud inesperada y discreta,
cuando me asomo al balcón
de la tarde perdidad en el cielo.
Sobre las nubes sin contorno
una marea de lanzadas aves
me señala el vertiginoso silencio

domingo, 2 de marzo de 2008

Ojos de ópalo gris en cielo brumoso

Ojos de ópalo gris en cielo brumoso,
miran con intensidad la huella

de quienes transitamos en multitudes
de un extremo a otro de la ciudad.
En bicicleta, autobús, moto, automóvil
o andando, el raro ejercicio
de perdernos en la búsqueda
errática de un solo acto de amor.
La intemporal distancia celeste,
se despeja cuando, como caído
de mismo e incontenible Universo,
un inconfundible brillo nos depara tras sí.

sábado, 1 de marzo de 2008

No...

No...

No...

no soy yo el que habla
ni siquiera el que ama,
incluso el que piensa.
Creo, más bien,
una sombra funesta,
un vulgar dicho,
una esperanza baldía

No...

No...

no quiero saber quién soy,
reconocerme en mi mismo.
Prefiero andar vagabundeando,
oír el flujo del agua invisible
en la plaza a mediodía,
sentirme un anacoreta sin fe.