sábado, 8 de marzo de 2008

Sorprendo al día, en la claridad

Sorprendo al día, en la claridad
de la fría madrugada debilitada.

En ese naciente y joven despertar,
perpetuo de vida y muerte,
quiero dejar mi angosta sepultura.
No hay dolor, queja o melancolía,
si la decisión del último hálito
está tomada en la larga anochecida.
El olvido borrara mis besos
de cuánto quise y no fue mío
pero, quizás, el pálido reflejo
de las pupilas entornadas
sea tanta ventura placentera
como el brillo en la abierta mirada.
Aparto de este momento, todos los gestos,
y me quedo desnudo y vacío
como los versos que escribo.


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