miércoles, 27 de mayo de 2009

Una vez tras otra, tu voz menudea

El día 13 de mayo de 1988, Chesney Henry Baker -Chet Baker-, moría al caer por la ventana de un hotel en Amsterdan. Tenía 59 años, aparentando alrededor de 80. Consecuencia que la larga adicción dejó en su metabolismo. La defenestración fue desde la segunda planta. Se destrozó la cabeza. La autopsia indicó que había ingerido cocaína y heroína.


Bruce Weber, director del documental Let's get lost, que realizó sobre Chet baker en 1988, decía de él, provocaba esa ilusión, puro romanticismo, pura dulzura, pero esa misma ilusión se volvía desilusión porque Chet no podía comprometerse con nada ni con nadie. Era una rueda que no dejaba de girar y que nadie podía sujetar. Sólo valía contemplarle cuando se dejaba, pero no podías pedirle más. Chet provocaba puro romanticismo, pura dulzura, y luego desilusión. Este documental se estrenó en 1989, poco después de que Chet Baker falleciera, lograba el Premio de la Crítica en el Festival de Venecia.



El final de Chet Baker está lleno de interrogantes. La versión oficial sostiene que sobre las tres de la madrugada la policía holandesa retiró su cadáver de una acera, bajo la ventana de su habitación de hotel. La muerte se atribuyó a suicidio o accidente causado por la droga, aunque las evidencias contradictorias fueron numerosas.








En Deep in a dream. The long Nigth of Chet Baker, biografía escrita por James Gavin, nos dice:
Era muy propio de Baker hacer que todo el mundo se planteara preguntas, incluso después de muerto. Fue un hombre de tan pocas palabras que cada una de ellas parecía misteriosa y cargada de significado." La biografía de James Gavin despeja ciertos interrogantes sobre una figura que ha seducido a muchos y en muchos lugares.

Y aunque estaba encadenado por su adicción, cuando tocaba escapaba tan dentro de sí mismo que trascendía, se elevaba a las alturas, según Lisa Galt Bond.



De tus dedos, nace la luz mortal
que los pistones trocan en verso,
describiendo en las celestes notas
un anhelo dulcemente fiero.
Tus alas de cruel blancura,
de acero cuajaron su vuelo,
cual Ícaro, cegado en la aventura,
lágrima de cera, fulgor bello.












Una vez tras otra, tu voz menudea
- time after time-
alrededor de mi cuello delirante,
seducido por la fresca comisura
de tus labios que no reposan, salvo
en la mirada que hace del olvido
un gesto de abrumadora misericordia.

Sólo sé lo que sé, esta luz desprendida
-I only know waht i know-
renacida en las mismas heridas
que sólo el amor reclama para sí,
fugaz milagro que arde en los días
como pavesas, en su propio fin encendidas,
ya cenizas aventadas sobre mis sienes.



Una vez tras otra, voz de agua
-the passing years will show-
fluye y despliega su desnudo manto
hasta la linde que abriga tu pecho,
como un océano de inflamado fuego.
Allí, estéril, el tiempo vaga
sin encontrar su lugar, su asiento,
el acomodo que sólo me celebras tú.

Sólo sé lo que sé, trémula dicha
-and, time after time-
que recorre mi espalad, sin prisa,
retozando placidamente, sintiendo
que la luna de mayo late en el cielo,
tan lejana y distante como el recuerdo
de aquel reflejo en tus ojos dormidos.


A la memoria de Chet Baker.
A los Compañeros y Amigos
Antonio, Vicente y Luismi
de la Asociación Apoloybaco,

Jazz, Vino y Literatura,
oferentes de la Amistad.