
Tu anhelo es un prodigio de amor,
y es así, porque tus manos existen,
se hacen incesantes, determinantes
en cauterizar la herida que arrastro.
Vienes dibujada de sed de lluvia
que empapa tu falda y tus mejillas.
Abrazo la frialdad y la calentura
si regreso de tus hombros al talle.
La verdad se halla en el rostro
que tantas veces quise conmigo.
Reclino mi cabeza en tu pecho
y el mundo se queda en silencio.
He llegado tarde desde siempre
a la sospecha de mí mismo.
El agua fresca en tus cabellos
se reconoce sin acariciarlos.
Paisaje con mariposas. 1956.
Salvador Dalí.