martes, 6 de mayo de 2008

Tienes arrullos de madre en tu pecho

A mi Amigo y Poeta Lorenzo Ortega Belchiz. Perfume de aliento vivo.

Großes Herz

Elvira Bach. Hesse. 1951.


El lagarto está llorando.

la lagarta está llorando.

El lagarto y la lagarta
con delantalitos blancos.

Han perdido sin querer
su anillito de desposados.

¡Ay, su anillito de plomo,
ay, su anillito plomado!


Federico Garcia Lorca


Quise poner en el espejo de la tarde, la mayor de mis querencias, para hacerte llegar la cálida necesidad de recuperar la Voz del Poeta. Tu voz. Y, así, pensé atendernos entre los tres: Saray, tú y yo, en la cómoda estancia. Esa que sólo se contiene desde la emoción compartida, como la que vivimos este pasado domingo recordando la memoria de Federico en las nuestras.

¿ Cómo no empuñar la humanidad entrañable que suponen las vuestras...?

Me sentí muy feliz, por vuestra actitud y evocación de los poemas y, sobre todo, la selección de los mismos. Federico se hizo grande en las gargantas de quiénes tomó cuerpo y vida. Gracias por regalarme este presente. Como le he dicho a Saray, se trata de
Lluvia sonora de luz.

No podía dejar de corresponderte y, contigo, a Gregory, más que con este poema para vosotros. ¡¡Sed felices!!


Tienes arrullos de madre en tu pecho
y en el semblante, de bello y dulce hombre.
Peces de plata y cuarzo nadan en tus ojos
mirada aventada en el corazón de una yegua.

Espacio contraído en el amanecer de hombría
despedido en las sábanas como estatua ciega.
Tus manos son de talco y llena la espalada
cercanías del labio perdido y encontrado.

Desenlace de las jacarandas en el malva
empujadas por la primavera hasta el cielo.
El recio deseo es el alivio del tránsito peregrino
resonancias del rostro engalanado que se ama.

Traes el color de la vida herida y sentida
dentellada que no cede en el pecado grotesco.
naranja agria de suave aroma, desgajada
aún todavía exhalando azahar en tu boca.

Diamantino y rutilante este designio que evoca
la faz de tu sonrisa y la de aquel que amas.

Lujuriosa exactitud que hizo hora en ti y en él
columpiando el corazón en una nube.

Os quiere, Pedro.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Querido Pedro, me he asomado al espejo azul de tus ojos para ver mi ánima felina, mi animal herido a través del cariño sincero que emanas. Este humilde siervo de la palabra y del ser amadoamigo, te da las gracias por tu regalo, al ritmo de la emoción que atrapa
el columpio y la nube
que estremecen el cielo.

Pedro Luis Ibáñez Lérida. Sevilla. dijo...

No seríamos sin ti. Sin ese gozoso apriete de almas, sentidos y destellos. Sin la profusión de tu pasional belleza en palabra, obra y devoción por tu amado y por quienes te amamos.

Te queremos... ya lo sabes...

Pedro Luis Ibáñez Lérida.