sábado, 29 de marzo de 2008
Mientras los trenes detenidos
Mientras los trenes detenidos
-sólo lo sabemos tú y yo-
ante las señales de rojo macizo,
no renuncian a la estación,
me acostumbro a no saber de ti.
Y si bien parece, que el retraso
de aquellos son hechos ciertos,
no lo es menos -yo diría que más-
que su causa la tienes contigo
y su consecuencia conmigo.
En la lejanía, los carriles destemplados
-a pesar del sol del mediodía-
son perfiles rotundos y extraviados
que se alejan en derredor de aires, y
que prologan la cercanía de cuánto eres:
un espacio habitado de vida.
-sólo lo sabemos tú y yo-
ante las señales de rojo macizo,
no renuncian a la estación,
me acostumbro a no saber de ti.
Y si bien parece, que el retraso
de aquellos son hechos ciertos,
no lo es menos -yo diría que más-
que su causa la tienes contigo
y su consecuencia conmigo.
En la lejanía, los carriles destemplados
-a pesar del sol del mediodía-
son perfiles rotundos y extraviados
que se alejan en derredor de aires, y
que prologan la cercanía de cuánto eres:
un espacio habitado de vida.
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2 comentarios:
Creo que si hubiese intentado utilizar yo los trenes parados no hubiese sabido extraerle tanta belleza.
Un BeRso :)
La belleza es un concepto que tu hilvanas con mucha destreza. Por que sabes poner el silencio, el acento, la palabra, el gesto, la sonrisa en pinceladas que impresionan por su claridad...
La belleza la atesoras en lo próximo que vendrá para compartirlo en tus textos, en tu boca y en tu recuerdo.
Pedro Luís Ibáñez Lérida.
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