lunes, 28 de abril de 2008

He pensado que...

He pensado que... tu y yo...podríamos... ir a algún sitio, juntos... uno de estos días. Hoy. Ahora mismo...

Reflexiones de la película La vida secreta de las palabras




Se abrevia la fugacidad
de las nubes distraídas,
si la mirada se abraza
al desenlace de lo imprevisto.
Así, la procacidad desalentadora
es convertida, sin escarnio,
en trepidante escalpelo
que nos abre a diestra y siniestra
como Anthony and the Jhonsons
y La vida secreta de las palabras.
Su voz inacabada y el piano ascendiendo,
como torrentes irrefrenables
que nos atrapan y envuelven
en la soledad del dolor.
Pero la última huella,
el rastro apenas perceptible,
dejan abiertas las puertas
a Las Palabras que aman.
Ya nada sucede a nuestro derredor,
simplemente, la vida está en tu iris.


... viene a despojarse de las dudas, a empezar el acierto, a orientar su existencia, a describir La Palabra como necesidad de ti. Sin embargo, este camino se hace doloroso, y empecinado. Es un embeleco, si no consigo dejarme a mí mismo, y arrojarme desnudo al lugar que me sugiere tu voz, la de todos los tiempos. Esa que sólo te escuché a ti. Y ahora, quiero oír más allá. Porque siento, que ya no se separará de mi.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Vuelves a tornar tus versos a un color grisáceo. Incluso en "La vida secreta de las palabras" hay luz, esa que nos ciega y nos arrancan sonrisas. No te apagues Pedro. Nada ni nadie ha de tener el poder de hacer tus palabras taciturnas.

Un beRso de vida :)

Pedro Luis Ibáñez Lérida. Sevilla. dijo...

Pero la última huella,
el rastro apenas perceptible,
dejan abiertas las puertas
a Las Palabras que aman.
Ya nada sucede a nuestro derredor,
simplemente, la vida está en tu iris.



Pedro luis Ibáñez Lérida.

Pedro Luis Ibáñez Lérida. Sevilla. dijo...

BErSOS



Pedro Luis Ibáñez Lérida