de las nubes distraídas,
si la mirada se abraza
al desenlace de lo imprevisto.
Así, la procacidad desalentadora
es convertida, sin escarnio,
en trepidante escalpelo
que nos abre a diestra y siniestra
como Anthony and the Jhonsons
y La vida secreta de las palabras.
Su voz inacabada y el piano ascendiendo,
como torrentes irrefrenables
que nos atrapan y envuelven
en la soledad del dolor.
Pero la última huella,
el rastro apenas perceptible,
dejan abiertas las puertas
a Las Palabras que aman.
Ya nada sucede a nuestro derredor,
simplemente, la vida está en tu iris.
... viene a despojarse de las dudas, a empezar el acierto, a orientar su existencia, a describir La Palabra como necesidad de ti. Sin embargo, este camino se hace doloroso, y empecinado. Es un embeleco, si no consigo dejarme a mí mismo, y arrojarme desnudo al lugar que me sugiere tu voz, la de todos los tiempos. Esa que sólo te escuché a ti. Y ahora, quiero oír más allá. Porque siento, que ya no se separará de mi.
3 comentarios:
Vuelves a tornar tus versos a un color grisáceo. Incluso en "La vida secreta de las palabras" hay luz, esa que nos ciega y nos arrancan sonrisas. No te apagues Pedro. Nada ni nadie ha de tener el poder de hacer tus palabras taciturnas.
Un beRso de vida :)
Pero la última huella,
el rastro apenas perceptible,
dejan abiertas las puertas
a Las Palabras que aman.
Ya nada sucede a nuestro derredor,
simplemente, la vida está en tu iris.
Pedro luis Ibáñez Lérida.
BErSOS
Pedro Luis Ibáñez Lérida
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