sábado, 19 de abril de 2008

Trenes parados

que no tiene reparo
y se adentra
en cada parte de mí.


No hay distancias
que nos separen,
ni luz que brille más
que la de tus ojos,
en esta oscuridad
que nos encuentra
de manos atadas
e inspiración abierta,
que describen el perfil
de tu boca
y te recorre
de tobillos a nariz.


Es una dicha
oculta y certera,
que me envuelve
en las noches
y me arrastra
sin medida
a un hueco
de la estación
en la que espero
que tu corazón me asalte
para que empiece
de nuevo la vida
que se agolpa
en mi pecho vibrante,
de trenes parados
y mirada esquiva,
que se aprieta con fuerza
en tu hombro
y en mis labios
de ti sedientos,
que alumbran el deseo
de los tuyos.


En mis manos
se para la palabra
que seduce
cuanto nombra,
que día y noche
me habla de ti
y me acompaña
con tus poemas
desde la cena al desayuno,
desde el trabajo hasta la cama
debajo de mantas y esperanzas
abrigado y sereno bajo tu pecho
de flor desnuda y sincera
que embellece la madrugada
que se aleja
y amanece conmigo
y el alba
para seguir estando
en tu boca
que se parece
a la mía.


En un sólo contorno
se asoman
sin velos ni aliento,
conteniendo el intenso pálpito
de tus manos entrelazadas
a las mías,
que se abren paso decididas,
que me acunan y cobijan.


Esperan impacientes el milagro
de encuentro de trenes parados
que nos dejan mudos.


*Un "Cadáver exquisito", noche de trenes parados y silencios compartidos.

2 comentarios:

Álvaro dijo...

Querido Pedro.

Gracias por este blog

Pedro Luis Ibáñez Lérida. Sevilla. dijo...

AmigoPoetaAmigo:

gracias a ti por hacernos participes de tu amistad.

La Palabra Poética debe unirnos para engrandecerla, amarla y compartirla.

Un placer estar con vosotros.

¡¡ Sed felices !!

Pedro Luis Ibáñez Lérida.